Visita 1

¡BESARÉ A DAVID COPPERFIELD!

      Nuestra conversación con Vladimir, de la cual yo esperaba sus comentarios sobre las fotografías, empezó con una noticia extraña.
      ¡Él de repente me dijo que hace dos horas David Copperfield le pidió cuidarme y habló de mí como de Su hija! ¡Y que en aquellas fotografías estaban David y Sarkar!
      Intento comprender y digerir esta información increíble.
      ¿Soy la hija de David Copperfield? ¡No puede ser! ¿Cómo así? ¿En qué sentido? Pues, todos somos, en realidad, los hijos de Dios. ¡¿Pero yo soy la hija de David?!
      Caminé rápidamente por mi cuarto. Me senté y me paré. Otra vez me senté. Me tranquilicé y leí con atención lo que Vladimir escribió. Reflexioné.
      Esto ya era demasiado. No pude pensar más en este asunto. «Mejor lo dejo para más tarde», decidí yo.
      Me puse a buscar en «Obras clásicas» quién es Sarkar.
      Leo de Su biografía:
      «En aquella encarnación llegué a ser un faquir y podía encender con la Conciencia cualquier llama: desde una llama física hasta la Divina. Demostraba los misterios sagrados como trucos; en esto somos colegas con David Copperfield.
      Tenía una compañera admirable, Mi esposa y ayudante en todo. ¡Ella poseía la facultad asombrosa de sentir al compañero! ¡Trabajar juntos para el público fue un deleite y enseñarle a Ella, una dicha!
      Ella se convirtió en la madre de la dinastía de los faquires Sarkares.
      Ahora Ella (más exactamente, Él) está encarnada y continúa la gran obra, dedicada al desarrollo del arte de la Magia Divina del Amor».
      Los pensamientos saltaban caóticamente y se chocaban entre sí.
      Me paré cerca de la foto de David, donde Él está sonriendo, y después de vacilar un poco, la tomé en mis manos y pegué mi mejilla a ésta.
      «¿Y dar un beso?», de súbito escuché yo claramente.
      Al principio, pensé que esto era algún pensamiento recóndito mío que «se escapó».
      ¿Y si no?
      Me ha entrado la risa silenciosa por mi propia conducta. ¿Cómo puedo contarlo a alguien? ¿Quién lo entenderá y qué dirá? Miré la fotografía de David con modestia, volviéndome a ésta de un costado y luego del otro.
      Por supuesto, no me comporto así normalmente. Pero ahora la situación es tan extraña. ¡Él realmente me ve a fondo! Y no hay como esconder mis emociones, ya que Él ve todo desde todos los lados.
      ¡Y es bueno que pueda ver!
      Dejé dentro de mí solo lo mejor, solo lo más bello y puro. ¡Y, finalmente, me decidí y besé!
      ¡Creo que nos reímos juntos durante mucho tiempo!
      ¡De ahí en adelante ya no Le podía mirar sin sonreír, aunque no tenía una sonrisa tan irresistible y excepcional como Él!
      No obstante, todo esto son bromas. Pues, yo comprendía que, en realidad, hay que besar no la fotografía, sino a Él Mismo.
      Y Vladimir me prometió que me daría tal posibilidad.

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