Visita 1

MEDITACIONES DE FUEGO

      Un acontecimiento interesante y significativo para mí ocurrió en mi departamento.
      Cada vez, preparándome para las meditaciones, yo ponía la música.
      Esta vez hice lo mismo. Y, al son de las melodías de India, comencé a crear las visualizaciones de unos aros (hula hoops), que constaban del Fuego Divino y con los cuales podía limpiar efectivamente mi cuerpo. Acompañándolo con movimientos, hice girar un aro de tal manera que subiera primero por una pierna y luego por la otra. Después subí girando los dos aros simultáneamente por ambas piernas, de tal modo que éstos se unieron al nivel de muladhara y svadhisthana y continuaron subiendo, como un solo aro, hasta el tope del cuerpo. Añadí otros aros de fuego a uno y otro brazo. Amplié el diámetro de todos los aros hasta unos metros e hice que éstos atravesaran mi cuerpo bajo diferentes ángulos. ¡Pronto la Luz-Fuego me consumió por completo!
      Para mí era fácil crear tales visualizaciones, ya que en mi niñez solía hacer con gusto tales ejercicios. Claro está que los practicaba solamente con un aro, el que hacía girar también alrededor de mi cintura y cuello. Recuerdo que una vez me entusiasmé tanto con este ejercicio que no noté cómo cayó de mi cuello a la tierra el aro; sin embargo, yo seguía haciendo los movimientos giratorios, sumergida en algunos pensamientos míos, y «volví en mí» solamente cuando escuché cómo los demás niños se reían de mí. En aquel momento me dio tanta vergüenza que de ahí en adelante estaba muy alerta en cuanto a esos «vuelos mentales».
      Cuando la música se hizo más lenta y silenciosa, en mis palmas aparecieron las visualizaciones de unos fueguitos. Y si antes los hacía pasar de un brazo al otro, como los solecitos en el sitio de poder de Juanito, ahora les permitía pasar también a través de mis piernas y mi cuerpo entero, incrementando poco a poco su número y tratando de mantener mi atención en cada uno de éstos. Luego probé retener esos fueguitos en mi palmita, en mi pierna doblada, en mi cabeza y avivarlos cada vez más.
      De repente en mis brazos aparecen unas antorchas, las que paso hábilmente de una mano a otra, lanzo hacia arriba y luego coloco en mi tórax de tal manera que su llama suba hasta el cuello y la cabeza.
      Me experimento como una bailarina y al mismo tiempo como un faquir que entretiene al público al aire libre. ¡Mis fuegos son materiales y todos pueden verlos!
      Gradualmente el Fuego llena todo mi cuerpo y éste, ya de por sí, comienza a brillar con una Luz tiernamente blanca.
      ¡Ahora la música se hace enérgica y allí se escucha una llamada a la lucha, a las hazañas! Mi Fuego arde cada vez más fuertemente, elevándose cada vez más arriba. ¡Quiero darle una velocidad enorme y empiezo a girarlo en torno a un eje vertical! Lo hago con tanta fuerza que se convierte en un gran Tornado, Tornado que se origina en las profundidades y se alza en lo alto, llevando todo lo innecesario, toda la basura energética que está en mí; y finalmente desaparezco en este Tornado de Fuego.
      La música se hace tranquila y silenciosa otra vez. El Tornado de Fuego desapareció. Pero de mi cuerpo emana un Fuego blanco y puro. Ni siquiera tengo que esforzarme para mantener esta visualización. El Fuego luce por sí mismo.
      ¡Quiero levantar mis brazos en lo alto! Lo hago y la Luz fluye hacia arriba a través de éstos como a través de unas mangas blancas y anchas. De éstas salen volando pájaros luminosos… El aire se llena como de gotitas de Luz, gotitas que vienen nadando desde las profundidades y se esparcen por todas partes… Y enseguida de los brazos aparecen flores abiertas tiernas y fragantes, de color de rosa, blancas y violetas. Éstas comienzan a dar vueltas en el espacio y, bailando conmigo al son de la música, se alejan flotando. Los brazos se convierten en alas. Una aletada… Otra… La luz dorada comienza a chispear…
      La música cambia, se hace misteriosa. Mi cuerpo está transparente… Y hasta sus contornos están poco visibles… Estoy en Dios… El Unido Nosotros
      Me dejo caer en el piso.
      El aire a mi alrededor está como «cargado», su transparencia es Viva. Entiendo que, a pesar de mi facultad desarrollada para la fantasía, yo no sería capaz de inventar por mí misma tal secuencia y fuerza de las visualizaciones. ¡Alguien más está aquí! Me levanto, tomo mi cámara y, después de percibir donde más o menos se encuentra el epicentro, Le pido a Él o a Ella posar para mí, para que yo pueda luego mostrar esta foto a Vladimir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario