Visita 1

«ENERGÍAS ARENOSAS» Y «PASEO EN EL PLANETA TIERRA»

      En la mañana Anna notó que mis ojos se volvieron más claros y se puso muy contenta al observar mi rostro. ¡Y mi cabeza… ya no dolía! ¡Perece que realmente logré deshacerme de la basura que estaba allí!
      Regresamos al sitio de poder de Meniul. En aquel día yo debía reforzar todos los hábitos adquiridos. Además, Vladimir añadió que también era posible «disecar» y limpiar las piernas, de la misma manera como lo habíamos hecho con el sushumna o el meridiano central.
      Estábamos parados cerca de la hoguera, meditando. De cuanto en cuanto Vladimir o alguien más echaba al fuego ramas secas y todo tipo de basura de origen humano: trozos de polietileno, botellas plásticas, etc. Limpiar la basura de esas zonas de la naturaleza donde nos paramos y hacemos hogueras era una práctica habitual del grupo.
      ¡Me sorprendió que ellos echaran al fuego también las botellas de vidrio, pues estos no se queman!
      —Bueno —aclaró Vladimir—, tenemos que limpiar la naturaleza también del vidrio. Si no destruimos esas botellas, alguna compañía borracha puede empezar a romperlas y luego los animalitos pueden herir sus patitas con los trozos agudos. Las botellas de vidrio se funden completamente si el fuego es fuerte. Sin embargo, de ningún modo hay que echar allí las botellas cerradas, porque éstas explotan como granadas y sus trozos vuelan a una velocidad enorme a todos los lados.
      »Y, en general, hay que tener mucha precaución con hogueras —continuó él—. Es muy peligroso, por ejemplo, encender un fuego en las turberas en épocas secas o debajo de los abetos grandes. En este caso, las agujas o la turba empiezan a arder lentamente y muchas plantas pueden perecer. ¡Pero cada una de ellas es un ser vivo! ¡En cada cuerpo vegetal hay un alma todavía pequeña que se desarrolla! Destruyendo en vano las plantas y los animales, hacemos daño directo a la Evolución y también agravamos de esta manera nuestros propios destinos. Además de esto, hay que tener cuidado —especialmente en la primavera— de no encender la hierba seca, ya que en estos incendios mueren muchas plantas y animales y se destruye la materia orgánica. Existe la opinión de que es bueno quemar la hierba seca, pero es un gran error. ¡Dicen que la ceniza es un fertilizante! ¡Pero el suelo no está compuesto de ceniza, sino de materia orgánica en descomposición! Imaginemos, por ejemplo, el chernozem. ¿Acaso está compuesto de ceniza? ¡Lo que hacemos al destruir la hierba seca es empobrecer el suelo! ¡Y la persona que no logra comprenderlo debe ser considerada demente!
      En aquel día, mi tarea era reforzar el material ya estudiado. Entonces me puse a trabajar.
      Y puesto que todas las herramientas en el trabajo con las visualizaciones eran buenas, mi imaginación se desató. En vez de una fregona, visualicé una taladradora gigante de luz, que se usa para taladrar rocas. Por supuesto, esta taladradora era «mágica» y «solar» y yo «taladraba» con ésta mi cuerpo entero. En algún momento, percibí que para ayudarme, vinieron no solamente Meniul, sino también Juanito, Jesús y, creo, Lorenz, aunque esto podría ser sólo el producto de mi fantasía.
      El mismo hecho de que se puede usar tales visualizaciones con fines curativos, me pareció muy gracioso. Me reía para mis adentros e inventaba nuevas formas de abrir y limpiar la «burbuja alta de percepción». Y ya en vez del palo de la fregona, uso una lanza que hace con su punta un agujero en el cráneo. Luego giro las energías por el capullo y por los meridianos y lavo todo mi cuerpo en el «mar de Luz Divina».
      Cansada, pero satisfecha, regresé a la hoguera.
      Vladimir me observó y dijo que la zona del vishuddha ya se había aclarado. Pero notó que en el lado izquierdo del cuello apareció una pequeña mancha. Antes no se la podía ver por la impureza total de este chakra.
      En el primer día de mi llegada, Vladimir me dijo que vio unos lugares oscuros en la parte pectoral y me preguntó ¿si tenía problemas allí? Me sorprendí muchísimo en aquel momento, porque de hecho sentí unas punzadas leves allí.
      ¡Y ahora acabo de saber que mi chakra vishuddha está muy contaminado! Es más, justamente en el lugar que señaló Vladimir, hace tiempo me fueron encontradas unas pápulas. E incluso me hicieron una biopsia, pero no encontraron ningún tumor maligno. ¡Ahora resulta que esta contaminación podría provocar una enfermedad seria en el futuro!
      Vladimir propuso quemar esta mancha oscura con la visualización de un fuego.
      Así que, visualicé en mi palmita un fueguito y lo acercaba al lugar afectado.
      Pero este método resultó ser poco eficaz y Vladimir sugirió el otro: imaginamos que la parte trasera del cuerpo es la pared de una montaña abrupta y detrás de esta pared está un abismo infinito; entonces saltamos con la conciencia entera desde el anahata en este abismo, nos unimos allí con el Fuego-Luz Divino e luego influenciamos desde este estado sobre el cuerpo.
      No logré hacer este ejercicio muy bien. Para mí todavía era difícil unirme con Dios. Puede ser que por unos segundos haya podido sentir cierto éxtasis, pero no era capaz de volver a experimentarlo.
      Entonces Vladimir me invitó al lugar donde el sendero estaba cubierto de una arena amarilla anaranjada deslumbrante. Él dijo que esta arena tenía una energía especial. Y, por lo tanto, me propuso tomar su luz con las palmas y verterla sobre el rostro, sobre el cuello, sobre el meridiano delantero o sobre cualquier otro lugar que necesitara la curación.
      —Es más difícil deshacerse de estas patologías que ya aparecieron en el plano material —explicaba él—. Pero si éstas existen sólo en el plano no material, podemos eliminarlas fácilmente usando los brazos de la conciencia.
      Empecé a trabajar en la tarea. Pero después de 10 minutos, decidí que debía intensificar de alguna forma el efecto. Habiendo pedido la ayuda de Meniul, usé la visualización de un lanzallamas. Luego, junto con Meniul, aumentamos el número de lanzallamas y la intensidad de su funcionamiento.
      No conté a nadie sobre estas nuevas técnicas. Pero con una pregunta muda «¿y cómo estoy ahora?», me acerqué a Vladimir, para que me viera. Por fin, escuché que los oscurecimientos casi desaparecieron.
      —¡Descansa! Luego terminarás —dijo él y propuso una nueva meditación de relajación, llamada «El paseo en el planeta Tierra».
      En ésta, yo debía experimentarme como un cuerpito diminuto sobre el inmenso planeta, en el cual paseaba en el espacio cósmico. Luego debía sumergir mis brazos de la conciencia en la profundidad de la Tierra, estudiándola y amándola. Vladimir me ayudaba explicándome:
      —Entre los brazos está el anahata. Los brazos salen de éste. Si primeramente sumergimos en la profundidad los brazos de la conciencia, entonces es más fácil llegar allí con el corazón espiritual, ya que éste se encuentra entre los brazos. Y cuando llegamos, podemos estudiar, con el corazón espiritual, el silencio que existe en aquel espacio.
      ¡Qué rico era descansar de esta manera! Vi no solamente la Tierra, en cuya profundidad me disolvía, sino también las estrellas, las lejanías cósmicas…
      Más tarde, estuvimos conversando sentados cerca de la hoguera. Vladimir no estuvo con nosotros. Estábamos solamente Anna, Katia, Larisa y yo. Hablamos de las emociones, relacionadas con el chakra vishuddha. Yo quería aclararlo totalmente, para saber ¿con qué debía trabajar y de qué arrepentirme? Resultó que este chakra puede generar las emociones de ofensa, descontento y abatimiento.
      Cuando se acercó Vladimir, estábamos conversando sobre las posibilidades de curar la columna vertebral con otros métodos aparte de los meditativos. Habiendo aguardado hasta que termináramos ese tema, Vladimir se acercó a mí y empezó a examinar detenidamente mi vishuddha y tiroides, pero no pudo encontrar ninguna patología.
      

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