Visita 1

PRIMER ENCUENTRO

      En el camino a su cuidad, yo, con éxito variable, trataba de calmar el caos de los pensamientos y relajarme. No obstante, la seriedad del encuentro que me esperaba no dejaba que mi mente se relajara. ¡Lo más importante fue no arruinar todo, no cometer tonterías! Yo temía que Vladimir se desengañara de mí porque «en vivo» yo resultaría ser diferente, y no como él me vio durante nuestra correspondencia.
      Mi tensión y nerviosidad, pienso yo, crearon la situación respectiva: los policías detectaron que mi foto en el pasaporte no se parecía a mi aspecto real. Esto despertó sus sospechas y ellos me hicieron repetir varias veces mi firma y mostrar algún otro documento, y hasta pidieron asistencia. Pero, finalmente, me dejaron ir.
      Luego viajé hasta la estación del metro donde deberíamos encontrarnos con Anna, una de los pocos colegas y ayudantes de Vladimir. (Nosotros habíamos intercambiado nuestras fotografías y la descripción de la ropa con anticipación).
      Yo vi a Anna y di un paso hacia ella. Ella sonrió abiertamente, y en ese entonces comprendí que ¡había llegado!
      Nos abrazamos. Mi miedo se desvanecía paulatinamente, cediendo lugar a la alegría. Anna dijo que también me reconoció con dificultad. Mi apariencia cambió muchísimo comparando con la fotografía que envié a Anna.
      Durante el camino a la casa en la cual me quedaría, estábamos conversando tranquilamente.
      Anna contó que tenía un hijo casi adulto. Unas entonaciones tristes de su voz me hicieron preguntarle:
      —¿Tu hijo no comparte tus convicciones?
      —Ya no —Anna se puso a pensar sonriendo tranquilamente—. Cuando era niño aceptaba todo con alegría. Pero cuando creció, decidió que no era su camino.
      —¿Pero cómo? —me asombré—. ¿Cómo es posible perder la fe?
      —Es que él, simplemente, no ha madurado todavía en el sentido evolutivo. El mundo material, por ahora, es mucho más atractivo para él. No es el único, entre nuestros hijos, que, habiendo crecido, no pudo aceptar intelectualmente toda la concepción «adulta». En casos similares, normalmente sucede un «retroceso».
      Comimos papas con hongos, después tomamos un té. Yo aún no me atrevía a preguntar a Anna sobre mis chakras y sobre mi estado energético en general. Por otra parte, pronto lo sabría. Así que, decidí tocar el tema de otros discípulos personales de Vladimir.
      —¿Hubo más personas a quienes Vladimir haya invitado aquí en los últimos años? ¿Quiénes son? ¿Dónde están? —yo era todo ojos y oídos.
      Anna no respondió enseguida.
      —En los últimos diez o más años no hubo ningún candidato serio para pasar el curso completo aquí, en estos lugares. El problema es que los discípulos deben ser capaces de abarcar intelectualmente todo este conocimiento, pero sólo unos pocos pueden hacerlo. Por lo tanto, Dios nos aconsejó describir el Camino en los libros y en las películas para todos los interesados. Así cada uno puede escoger el nivel de conocimiento teórico y los métodos que les sean aptos. Y, en este caso, no ocurren sobrecargas intelectuales. Eres la primera persona a quien Vladimir invitó aquí en estos años. Por lo tanto, ¡escogida!
      Nos reímos. ¡Eso sonó, por supuesto, muy bien! Pero decidí cerrar este tema, porque Vladimir no me había visto todavía y esto significa que la «condena definitiva» aún no había sido pronunciada. Anna no me comentó nada más y sólo me observaba y sonría.
  

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